El triunfo en la primera vuelta de las elecciones peruanas de Keiko Fujimori, de Fuerza Popular (FP), y su pase a la segunda vuelta para enfrentarse a Pedro Pablo Kuczynski, de Peruanos Por el Kambio (PPK), supone un duelo “light” entre las dos grandes versiones de la derecha política y social del país y la más que posible llegada al poder de la hija del ex presidente Alberto Fujimori, quien cumple desde 2007 una condena de 25 años de cárcel por violaciones a los derechos humanos y corrupción. 

Con este enfrentamiento en la segunda vuelta, el 5 de junio, gane quien gane, se conforma un robusto gobierno de derechas. La suma de las dos opciones abarca al 61 por ciento del electorado en la primera vuelta. En el Parlamento, según las proyecciones que se manejan, la suma de ambas fuerzas puede llegar a 88 escaños (68 FP y 20 PPK) de un total de 130. Una sólida mayoría parlamentaria que, en caso de acuerdo, tiene capacidad de hacer y deshacer a su antojo.

El futuro gobierno va a ser una moneda con dos caras parecidas y complementarias para poner en marcha un gobierno de mano de hierro y decididamente neoliberal. Por un lado el fujimorismo, con una mochila cargada de un pasado negro y corrupto, y con gran implantación en el interior del país y en sectores pobres. Por otro, el PKK de Kuczynski, que cuenta con mayoría de apoyo en centros urbanos y clases altas, y es el favorito de los mercados así como de las élites económicas y financieras del Perú, hasta el punto que se ha situado económicamente a la derecha de la misma Keiko Fujimori, quien desde su entorno recientemente se mostraron sensibles a hacer algunos cambios en el modelo económico.

Con la victoria de la saga de los Fujimori, Perú refuerza el cambio de ciclo que atraviesa Latinoamérica con el avance conservador y el consiguiente retroceso de las fuerzas alineadas, de una manera u otra, a la izquierda social y política: Argentina sin kirchnerismo peronista, declive chavista en Venezuela; crisis del PT en Brasil; Colombia con una izquierda desarticulada que pierde Bogotá; crisis en el gobierno de Bachelet en Chile; derrota de la izquierda en México; Guatemala elije presidente a un comediante de derecha, en Paraguay gobierna otra vez el Partido Colorado tras el hundimiento de Fernando Lugo, y en Ecuador, Rafael correa se debilita y pierde Quito…

Además, el triunfo en Perú de una opción política que arrastra un pasado autoritario no es una excepción en América Latina. Son fenómenos recurrentes. En Bolivia Hugo Banzer encabezó una dictadura (1971-78), luego se presentó en diversas ocasiones y salió electo presidente en 1997; en El Salvador, la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), partido creado por militares y terratenientes para responder a la guerrilla del FMLN y acusados de estar vinculados a los escuadrones de la muerte y el asesinato de los sacerdotes jesuitas en 1989, ganó las elecciones y gobernó El Salvador durante toda la década de los años noventa y la del dos mil, hasta que en 2009 ganó las elecciones el FMLN, en el poder desde entonces. El PRI mexicano gobernó desde la década de los años 20 del siglo pasado mediante una fórmula autoritaria hasta el año 2000. En 2012, el PRI ganó la presidencia federal. En Chile, la herencia pinochetista representada en partidos como la Unión Demócrata Independiente (UDI), llegó al gobierno en 2010 como parte de la alianza encabezada por Sebastián Piñera.

De momento, uno de los primeros retos que van a tener estas dos fuerzas políticas que acuden a la segunda vuelta va a ser torear con los informes derivados de los Papeles de Panamá de Perú. A Keiko Fujimori porque presuntamente financistas de sus campañas electorales de 2011 y 2016 figuran como clientes de Mossack Fonseca o como directivos y apoderados de “offshores” en diferentes paraísos fiscales del mundo. Y a Pedro Pablo Kuczynski porque todo indica que siendo primer ministro de Alejandro Toledo, firmó una carta de recomendación para un ex banquero amigo suyo que luego la utilizó para abrir una sociedad en Panamá.

Una nueva izquierda emergente

La mayor sorpresa de estos comicios ha sido la aparición parlamentaria del Frente Amplio una organización política de izquierdas, - la segunda fuerza parlamentaria del país, con una veintena de escaños (uno más que Peruanos por el Kambio, de Kucynski, según las proyecciones) y la primera en siete regiones del país: Ayacucho, Cusco, Huancavelica, Apurímac, Puno, Moquegua y Tacna-, y, sobre todo, ha significado la puesta de largo de Verónika Mendoza, una joven dirigente de 35 años que ha proyectado en campaña la posibilidad de llevar a cabo una nueva manera de hacer política y ha obtenido una votación del 18,80 por ciento de los votos, unos dos puntos porcentuales menos que Kuczynski.

En su campaña ha trastocado el monocorde panorama político peruano con el manejo de nuevos elementos discursivos: la utilización de los ejes de los de “arriba” contra los de “abajo” y lo “nuevo” frente a lo “viejo” ha calado y ha roto el discurso tradicional de izquierda-derecha. Y el mérito de Mendoza está en que a la hora de establecer los “frames” o marcos interpretativos lo ha hecho sin renunciar a principios y formas que la relacionan con las izquierdas tradicionales, especialmente latinoamericanas. De alguna manera el estilo de campaña se percibe como más cercano al de Podemos, en España, que al de cualquier otra oferta electoral de la izquierda latinoamericana. Y es que Podemos tiene raíces profundamente latinoamericanas.

También se diferencia de otras opciones progresistas latinoamericanas en la creciente simpatía electoral que ha sabido levantar, no solamente en sectores juveniles, estudiantiles o urbanos sino en zonas campesinas y del interior del país (habla correctamente quechua), terrenos en los que Keiko Fujimori era hegemónica al comienzo de la campaña.

Un analista político comentaba que a Mendoza le ha faltado una semana de campaña por el interior del país para ganar holgadamente a Kuczynski. Además, hay que tener en cuenta que en Cajamarca, el izquierdista Gregorio Santos decidió acudir solo a los comicios y ha sacado un 4 por ciento. Se considera que este factor ha ayudado a evitar que Mendoza pase a la segunda vuelta en vez de Kuzcynski.

Las élites económicas respiran hoy tranquilas sabiendo que la dirigente de izquierdas no pasa a segunda vuelta. Y lo hacen a pesar del fracaso de la contracampaña que Mendoza ha recibido desde diversos ámbitos influyentes peruanos, desde medios de comunicación a la iglesia católica, con acusaciones, encerronas periodísticas, “filtraciones” e “investigaciones” para mermar su carrera electoral. Maniobras que, en gran parte, sufrieron un efecto “boomerang” al ser utilizadas por el propio equipo de redes sociales de su campaña, que viralizaban los mensajes críticos en plan sarcástico con el resultado de ganar simpatía y aumentar la intención de voto. La contracampaña ha sido, paradójicamente, una herramienta decisoria para construir una imagen de Verónika Mendoza como una líder abierta, auténtica, alegre, transparente, con mensaje y empatía. Y así pasar, en un mes de campaña, de ser una desconocida a ser un personaje político conocido y reconocido. Y es que no se puede combatir a un contrincante político en 2016 con técnicas de comunicación política de los años 90 del siglo pasado.

El centro desaparece

Las elecciones en Perú también han supuesto la desaparición de dos fenómenos relevantes: uno, el centro político y otro, los líderes históricos.

La gran bolsa de votos de centro y centroizquierda que aupó a Ollanta Humala en las elecciones del 2011, los votos antifujimoristas, de centroderecha y centroizquierda que mantuvieron muchos años en el poder a Alan García o a Toledo, se ha derretido como un “souffle” en una ventana. Otros candidatos cercanos al centro fueron apartados de la carrera por presuntas irregularidades por el Jurado Nacional de Elecciones, que ha dejado fuera de carrera a Julio Guzmán (Todos Por el Perú) y a César Acuña (Alianza Para el Progreso)

También han pasado a mejor vida política, el retiro, dos viejas glorias de la casta política peruana: el eterno e iracundo Alan García, del APRA, que se ha quedado clavado en menos de un 6 por ciento por ciento, y el ex presidente Alejandro Toledo, de Perú Posible, que ha logrado permanecer invisible en toda la campaña y no ha logrado pasar la barra del 5 por ciento para conservar su marca electoral por lo que su partido se ha quedado sin representación parlamentaria.

En el centro solo queda visible Alfredo Barrenechea, de Acción Popular, que ha alcanzado algo menos del 7 por ciento y que tras un despegue de campaña fulminante tuvo una serie de errores de comportamiento y actitudes erráticas que lo frenaron en seco.

¿Qué hacer?

Los fujimoristas ya han comenzado la campaña con videos en los que recuerdan el apoyo que Kuczynski dio a Keiko en la segunda vuelta de las elecciones de 2011. El PPK está estudiando su estrategia para esta segunda etapa electoral.

La fuerza mayoritaria de oposición en Perú es ahora el Frente Amplio. De momento Mendoza aseguró ayer, martes, en rueda de prensa, que su partido “ha nacido para quedarse” y que el pueblo le ha dado al Frente Amplio "un mandato que vamos a honrar y de ninguna manera vamos a traicionar: nos ha pedido que seamos una oposición firme y fiscalizadora y así será".

"Vamos a emprender un proceso constituyente, -dijo Mendoza-, porque hay que construir un nuevo pacto que zanje para siempre con la dictadura fujimontesinista y todo lo que representó para nuestro país: violación de derechos humanos, asesinatos, torturas, compra de medios de comunicación, esterilizaciones forzadas".

Sobre qué posición tomara el Frente Amplio ante la segunda vuelta y el derby entre Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski, Mendoza habló pero no fue explícitamente clara ya que su organización tiene que debatir, por lo que su apoyo será para "esta agenda que el pueblo peruano nos ha mandado que podamos defender donde nos toque estar."

Adelantó Mendoza que "cualquier otra decisión la tomaremos de manera democrática y participativa, porque el Frente Amplio no es un cascarón, no es un vientre de alquiler, y cualquier posicionamiento diferente, complementario, lo tomaremos de manera democrática, como tiene que empezar a ser en nuestro país y en la política nacional".


Artículo publicado originalmente en el diario español Publico.es